Los habitantes de la aldea estaban escondidos en lo más profundo de las chozas, porque era mediodía y hacía mucho calor. Los mowinos descansaban de la jornada matutina de trabajo comunitario. Se estaban pintando los ojos para protegerse del ardiente sol, preparando manjares suculentos para la fiesta ritual de cambio de estación. Mientras unos encendían el fuego otros se vestían para danzar bailes tribales. Unos niños corrían felices alrededor de la hoguera ante la atenta mirada de sus progenitores mientras otros se bañaban en el oasis. Los animales rumiaban la excelente comida que en aquellas épocas del año eran una auténtica delicia. La hora del ritual se aproximaba y la algarabía iba en aumento. Los mowinos empezaron la fiesta al ritmo de los timbales y tambores tradicionales. Llegó la madrugada y todos estaban rendidos. Hasta que uno de los niños dio aviso a los mayores de que faltaba su hermano. Empezaron todos a buscarlo. Corrieron por toda la aldea. Al final lo encontraron en el oasis con su nuevo amigo..........
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